Por Humberto Basilio, periodista ambiental, miembro de la Red Mexicana de Periodistas de Ciencia
En medio la ciudad de Cancún se encuentra una de las joyas de biodiversidad más importantes del estado de Quintana Roo: el Área de Protección de Flora y Fauna Manglares de Nichupté. Y aunque en los últimos años el registro de especies que lo habitan ha ido en aumento, un inminente desarrollo urbano lo mantiene amenazado.
______________
En 2005, el desastre natural más destructivo de la historia de Quintana Roo arrasó con cientos de casas, comercios y hoteles. El Huracán Wilma devastó seis de los municipios de ese estado, acumulando una pérdida total de 18 mil 773 millones de pesos mexicanos.
En Cancún, una de las ciudades más importantes para el turismo en México, las afectaciones tuvieron especial repercusión en las zonas comerciales y hoteleras. En medio del desastre económico, una pérdida invaluable para la biodiversidad del lugar –que al mismo tiempo es el motor de su turismo– dejó atónitos a científicos y ambientalistas.
Cientos de árboles del manglar de la Laguna de Nichupté quedaron reducidos a cero. Los manglares son una barrera importante para hacer frente a los fenómenos metereológicos , y sirve como biofiltro para las aguas contaminadas por agroquímicos, pesticidas y desechos de la ciudad.
Después del paso del Huracán Wilma, la bióloga Patricia Santos López llegó a la zona de afectación y fue difícil de creer que, “ni un árbol quedó vivo, ni una especie de la fauna del lugar se asomaba”, las 4,257 hectáreas que eran hogar de reptiles, anfibios y aves acuáticas estaban “prácticamente muertas”.
Tal escenario fue el motivo que dio paso para comenzar una de las estrategias de recuperación de la biodiversidad más exitosas en América Latina, y al posterior decreto de Nichupté como uno de las 27 Áreas Naturales Protegidas (ANP) que hay en Quintana Roo.
La recuperación del manglar
Santos, quien actualmente es jefa de departamento forma parte del equipo de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP) fue designada para crear estrategias de recuperación de la zona afectación del Área Natural Protegida.
Aunque el tiempo promedio de recuperación natural de un ecosistema como el manglar es de 25 a 30 años, los científicos sabían que debido al rol ecológico crucial de Nichupté, y la alta vulnerabilidad producto de estar rodeada por zonas urbanas del centro turístico más importante del país, no podían esperar tanto tiempo para iniciar con las tareas de restauración.
Fue así como en un tiempo récord de 7 años, el plan de recuperación de la flora y fauna avanzó exitosamente.
Aún así, el trabajo no fue fácil. La fuerza de Wilma había levantado sedimentos formando un “tapón de lodo”, por lo que se tuvieron que abrir canales para volver a comunicar al humedal con la laguna.
Posteriormente se iniciaron trabajos de restauración a través de reforestación, así como, la erradicación de especies exóticas invasoras.
Según datos del último informe de 2016 de la CONANP en el marco de la COP-13 del Convenio de Diversidad Biológica, el equipo había logrado una restauración ecológica que alcanzó el 91% de la supervivencia de los poco más de 69 mil individuos de mangle introducidos, así como 3,300 individuos más de otras especies de flora.
“Después de recuperar la cubierta vegetal venía la flora, y detrás de ella la fauna”. Para Santos, esta última sería la evidencia de la recuperación de los manglares de Nichupté, y entre todas las especies que comenzaron a regresar, las aves fueron la mayor de las sorpresas, quienes confirmaron el éxito en los trabajos de restauración
Más riqueza de la evidente
En el estudio técnico justificativo para el decreto de Nichupté como ANP, en 2014, se enlistaron 41 especies de aves que habitaban permanente y temporalmente el manglar, pero un año después, el trabajo de un equipo de monitoreo ciudadano demostraría que esos datos representaban apenas una quinta parte de la realidad.
Fue en 2015, cuando la bióloga Catalina Galindo de Prince se dio cuenta de que Nichupté era un sitio perfecto para el monitoreo de aves y la realización de guías de avistamiento como existían ya en otras partes del mundo.
Concientizar a los cacunenses sobre la riqueza de especies que tienen a escasos kilómetros de su hogar sería útil para conservar el ANP, por lo que Galindo consiguió un financiamiento por parte de la CONANP para comenzar un proyecto de monitoreo.
El equipo ciudadano encargado del trabajo se conformó por expertos en aves, biólogos y estudiantes que comenzarían las expediciones en julio de ese año.
Durante cinco meses, el equipo realizó recorridos a pie y en embarcaciones por las mañanas y por las tardes. El primer reto era conocer a profundidad los más de 20 kilómetros de los 12 polígonos que conforman el Área de Protección de Flora y Fauna Manglares de Nichupté (APFF).
La tarea no fue fácil. La complejidad del recién restaurado manglar volvía imposible acceder a ciertas zonas donde la división entre la tierra firme y el humedal era casi invisible. Además, las temperaturas que alcanzan hasta los 40 grados volvían aún más laborioso resistir las 5 horas diarias de caminata.
Con marcadores para reconocer las zonas por las que pasaban y con cámaras en mano capturando imágenes y videos de las aves que en el camino encontraban, el equipo terminó el primer monitoreo en diciembre. La sorpresa que se llevaron fue enorme.
Se habían enlistado 152 especies de aves en comparación a las 41 que estaban originalmente registradas. Varias de estas sujetas a protección especial por la NOM 059, como la Garza Tigre Mexicana, la Garza Rojiza y el Zopilote Sabanero.
Los resultados fueron tan exitosos que la CONANP aprobó al equipo un segundo monitoreo para 2016.
Con una zona ya reconocida y un equipo altamente organizado, en ese año se logró incrementar el listado de 152 a 208 especies avistadas, “la propia CONANP no lo podía creer”, mencionó Galindo.
La información recopilada durante los dos años de trabajo fue plasmada en la primera Guía de Aves impresa y digital del grupo, la cual provee información de las especies como su tamaño, situación migratoria y categorías oficiales de riesgo.
Además, por iniciativa de la CONANP, se inició una campaña de difusión del proyecto en el transporte público que cruza la zona hotelera de Cancún. Durante 2018, decenas de camiones tapizados con imágenes de la biodiversidad de Nichupté transitaban diariamente por la ciudad.
El objetivo, mencionó Galindo, era crear conciencia en la ciudadanía acerca de la riqueza de un ecosistema que se encuentra a escasos kilómetros de las zonas que habitan.
“Cuando llegas a Cancún lo primero que se te vende es la fiesta, pero jamás se te avisa que estás entrando a un Área Natural Protegida […] Eso va en contra de los intereses de empresarios y hoteleros, no les conviene que el turista sepa que esto existe, ellos los quieren en la playa, no recorriendo el ANP”, mencionó Juan Flores, coordinador del programa de aves urbanas de la ciudad de Cancún de la Comisión Nacional para el Conocimiento y uso de la Biodiversidad (CONABIO) y miembro del equipo de monitoreo.
La joya en riesgo
Aunque el proyecto de monitoreo sigue vigente debido a su éxito, Flores ha sido testigo de cómo el listado de especies no es lo único que crece año con año, sino también las amenazas latentes para la subsistencia de todo Nichupté.
Según datos oficiales, el crecimiento poblacional del municipio Benito Juárez (donde se encuentra Cancún) rebasó el 4.1% en la última década, la tasa más alta del país. La mayor parte de la población itinerante se encuentra en la zona hotelera –que ya supera los 190 hoteles– y el resto en asentamientos irregulares a las orillas de la ciudad.
En el Ejido Alfredo V. Bonfil que colinda con el Área de Protección de Flora y Fauna Manglares de Nichupté, existen por poner un ejemplo, 32 asentamientos irregulares sin sistema de drenaje, luz, o de tratamiento de aguas. Al ser una zona con suelo calcáreo poroso, la tierra filtra los desechos de las fosas sépticas, que con las lluvias hacen corrientes y fluyen hacia el ANP, para después terminar en el mar, explicó Galindo.
Para el sistema lagunar de Nichupté –que no quedó protegido por el decreto del ANP– las afectaciones principales son la contaminación por residuos humanos, descarga de materiales tóxicos y la contaminación lumínica y auditiva proveniente en mayor parte de la zona turística hotelera.
Se calcula que sobre Nichupté pasan más de 400 aviones que vuelan diariamente hacia el Aeropuerto Internacional de Cancún. Además, a sus alrededores transitan aproximadamente 500 vehículos cada 10 minutos.
Por otro lado, hasta 2021 existía un registro de 613 embarcaciones autorizadas para navegar las costas de Cancún, sin embargo, ese mismo año, se identificaron entre 200 y 300 embarcaciones prestadoras de servicios recreativos sin permiso, según José Arturo González González, director del Parque Nacional Costa Occidental de Isla Mujeres, Punta Cancún y Punta Nizuc (áreas colindates a Nichupté).
Recalca Flores que “el derrame de gasolina, combustibles, aceites, animales atropellados, plásticos. Pudimos observar como se mueve este tipo de turismo aquí en la zona lagunar”.
Hoy, aún con la protección de la CONANP, varias partes del sistema lagunar de Nichupté emite un olor fétido debido a la contaminación.
Un respiro necesario
En 2022, el monitoreo de aves en Nichupté sigue vigente, los recorridos por el ANP siguen en marcha y el equipo CONANP-CONABIO se ve cada vez más nutrido por alumnas y alumnos de universidades interesados en el proyecto.
Mediante visitas a escuelas, universidades y difusión en programas de televisión y radio durante los últimos años, los expertos han intentado concientizar a los ciudadanos sobre la riqueza que existe y han documentado. Sin embargo, mencionan que esto no es suficiente.
Para Galindo y Flores, la alianza entre la ciudadanía e instituciones es “más importante que nunca” para lograr proteger no solo a Nichupté, sino al resto de ANPs existentes en el estado.
La CONANP trabaja ya en la publicación del Programa de Manejo de Flora y Fauna del APFF Manglares de Nichupté, en el cuál se actualizarán los datos de especies y se incluira el listado de aves producto de los últimos años de monitoreo. Para Santos, esto permitirá volcar la atención de nuevo al ANP para mejorar las estrategias de conservación de todas las especies que la habitan.
“Esta [información] es materia prima para la educación ambiental, la toma de decisiones de manejo y las políticas públicas”, señaló Santos. Y es que en medio del desarrollo urbano de la Riviera Maya, Nichupté es uno de los últimos refugios que tienen las especies que están siendo expulsadas de sus hábitats.
Los expertos coinciden en que la región no soporta más crecimiento. La capacidad infraestructural de gestión de residuos no es suficiente para el tamaño de los proyectos que se están construyendo, lo cuál tiene repercusión directa sobre la biodiversidad.
“Si no frenamos el desarrollo y le damos un respiro a los ecosistemas, vamos a ver los resultados…y adiós turismo”, concluyó Flores.